Exaudi nos Domine

Exaudi nos Domine
Cor Iesu Sacratisimum Miserere nobis

jueves, 11 de noviembre de 2010

Para aquellos que me preguntan ¿cómo preparar una buena Homilía?

Sacerdote hazte alma de oración, de oración cada vez más simple, que no busca muchas cosas, muchos conceptos, sino tan sólo una sencilla mirada amante que unifique todo tu corazón en el Señor. Sacerdote ama el permanecer, sobre todas las cosas silenciosamente junto al Maestro, junto a la razón de tu vida, de tu existir y de tu amar. Escucha los latidos de su Sagrado Corazón de Pastor, de Buen Samaritano, de Médico divino, de Sembrador de la Palabra, de Esclavo y Servidor...Escucha los latidos de su Sagrado Corazón en el Sagrario y en la Palabra, gústalo interiormente, sumérgete en su Palabra. Hazte un alma que se alimente de la Palabra que sale de la Boca de Jesús, la Boca Infalible del Padre, toma al pié de la letra -sine glossa-, sin ilustrados y pobres comentarios de exégetas que hacen de esa Palabra de Vida -a veces- un objeto para dividir y seleccionar... ¡No! Recibe esa Palabra como la recibía un San Agustín, un San Gregorio, un Bernardo de Claraval o Francisco de Asís. Esta Palabra no es objeto tuyo es Sujeto, es una Persona que se va revelando...es la Persona del Amor, es el Amor en Persona. Sacerdote si vives -verdaderamente- de toda palabra que sale de la Boca de Jesús, si sabes auscultar los latidos de su Eucarístico Corazón, verás que te vendrá -espontáneamente- a tus labios ,sellados y quemados como los de Isaías, la palabra para alimentar a las almas...sea en el confesionario, en el lecho del dolor, en el coloquio con los amigos, en los humildes y elevados púlpitos.
Si puedo darte consejos en esta materia: reza mucho, vive recogido en el Señor, como decían los Santos vive en El más que en ti...lee cada día algo bueno, imita a las vacas junto al árbol... Mientras sirves, mientras realizas lo cotidiano, sé un alma "rumiante"...vé sacando el jugo de gracia, de Vida, de Santidad, de Caridad, bebe el espíritu de tus acciones sacerdotales, prolonga tu Misa...tu oblación en todo. Sé un alma rumiante a lo largo de tu día y verás que llegarás a la Sabiduría de la Cruz, llegarás a conocer de memoria y desde el corazón, el libro de la Caridad que nos lo enseña todo, como decía Santo Domingo de Guzmán.
Pide al Paráclito, pide al Padre que te regale su Espíritu bueno y suave....¡O quam suavis est Domine Spiritum tuum in nobis...! (laudes de Pentecostés)...el Padre no niega el Don, la Cosa Buena por excelencia que es su Espíritu, su Amor derramado en nuestros corazones, a quién con pobre y solícito corazón se lo pide...Y luego: ¡No temas! Sacarás del interior de tu corazón la palabra viva y tajante que debe curar, sanar e iluminar a las almas. Y mientras ofreces ésa Palabra de Vida deja que, mientras surja de ti pobre instrumento, también empape y salve tu vida...y luego desaparecer en esa Palabra, desaparecer en Cristo, en el Amado, como desaparece en la lejanía el camino recorrido que ya no sirve más.

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